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Mujeres en construcción.

Foto del escritor: Patricia Pérez EsparzaPatricia Pérez Esparza

FABULOSAS. TESTIMONIOS VALIENTES DE MUJERES EN PLENITUD

PAULINA VIEITEZ, EDITORIAL OCÉANO, MÉXICO, 2020



Tengo cincuenta años y desde hace alrededor de diez, siento que estoy viviendo la mejor parte de mi vida. Por esta razón, entre otras, encuentro mi reflejo y me descubro en varios momentos del libro Fabulosas que publicó Editorial Océano a finales del año pasado, donde se presentan entrevistas a mujeres mexicanas de alrededor de 45 años, pocos más, pocos menos. Paulina Vieitez, la autora, se pregunta en la introducción si es el tiempo (nuestra edad) el que nos dota “de mayor sabiduría, templanza y equilibrio”. Estoy convencida de ello, pero mi nueva sabiduría se construye ahora en la simpleza de todo lo que no sé. Mi templanza modera los reproches que he lanzado contra mí toda la vida y los límites que me impedían disfrutar de los placeres cotidianos. Y mi equilibrio se pasea en la montaña rusa de un proceso menopáusico del que nadie me había hablado nunca. Los años, además, y por fortuna, me regresaron la infancia: aquello que tiempo antes me parecía de fundamental importancia de pronto se ha ido desdibujando en sombras insignificantes, y entonces he vuelto a jugar y a disfrutar y a descubrir y a maravillarme. Al mismo tiempo, los dolores han cicatrizado con serenidad y dulzura, incluso. Sin duda, me caigo mejor ahora que a mis veinte años.

Fabulosas nos permite acercarnos y atisbar la vida real de veinte mujeres reales, que comparten con nosotros sus batallas (las ganadas y las perdidas), sus alegrías, sus retos, sus fortalezas y debilidades, sus amores y desamores, sus más íntimas creencias. Son sus testimonios valientes porque eso de desnudarse el alma y quedar expuestas con toda su vulnerabilidad no es para pusilánimes.

En algún momento de la lectura, me pregunté si todos los seres humanos pasamos por ese momento de crisis que nos define, un "momento parteaguas", como se presenta en el libro. Y terminé por responderme que sí. Crisis de distintas naturalezas y en distintos momentos de la existencia, pero presentes en cada biografía. ¿Nos definen las crisis? Sin duda, pero cada una de nosotras decide de qué manera nos definen: ¿en el lamento o en la transformación? ¿La ruptura de nuestras circunstancias y creencias nos rompe como personas o nos lleva a cuestionar y construir para nosotras circunstancias y creencias nuevas, a construirnos como seres nuevos? Y esto responde el libro: las veinte fabulosas se construyen a sí mismas. Y se reconstruyen cada vez que resulta necesario. Su plenitud no es algo que les haya dado la edad, sino el resultado de su voluntad, sus elecciones y su compromiso consigo mismas.

Para mujeres en construcción, con la disposición de entenderse como seres en constante crecimiento y transformación, este libro representa una mirada a la otra, en una experiencia que puede ser tan confortante como confrontante. Porque cada una de nosotras tenemos la posibilidad de convertirnos en víctimas y llorar nuestra mala fortuna, o de usar nuestras batallas como abono para convertirnos en mejores seres humanos. Y bajo la mirada del kintsugi japonés, podemos incluso resaltar la belleza de nuestras cicatrices y fracturas, en una clara y abierta celebración del arte de la resiliencia.


Me parece innegable que es el género (ese que se formula y se sostiene en sociedad, desde nuestra cultura) el que nos lleva como mujeres a coincidir y compartir muchas experiencias y circunstancias. Y es desde el género, pero ese que podemos reformular y sostener nosotras mismas, desde donde podemos cuestionar y trastocar eso que compartimos, que nos limitó, que nos llevó a crisis y rupturas, en baluarte y emblema de una nueva y valiosa libertad.

Sin embargo, no es un libro de mujeres sólo para mujeres, sino un espejo de muchas facetas donde una persona, de cualquier género y de cualquier edad, podrá encontrar un reflejo, un guiño, un reto. Al final, todos somos seres en construcción y durante el último año hemos compartido una crisis generalizada que nos va dejando nuevas cicatrices: juntos podremos levantarnos y justos podremos reconstruirnos. Al final, todos tenemos la posibilidad de sacar a nuestro fabuloso interno porque, como bien nos dice Paulina Vieitez:


“Son fabulosas porque entienden que opuesta a la victimización, está la valentía; contrario al horror del dolor, existe la belleza de transitarlo con dignidad. Porque saben que los silencios hieren y prefieren alzar la voz, y que la libertad es el bien más preciado y no es negociable. Lo son porque se adueñan de sus ideas, cumplen sus metas, se trazan horizontes cada vez más lejanos y llegan. Porque comprenden que la plenitud se alcanza en el hilado fino de la reconciliación con la edad y la propia condición de ser únicas e irrepetibles. Porque al escoger a quiénes amar, se entregan en totalidad, adueñándose de sus decisiones y honrando su derecho a la felicidad. Porque atesoran el gozo de estar vivas y lo agradecen con pasión y equilibrio. Porque siempre están ahí para darte la mano, abrazarte y hacerte comprender con su ejemplo, que el afecto se gana a pulso y, luego, no tiene condiciones. Porque se paran frente a la vida sin miramientos y le dicen 'aquí estoy', y porque frente a los demás se reconocen humanas, más allá de su género o sus creencias. Porque trabajan su cuerpo y construyen su ser en armonía espiritual. Porque se miran al espejo con alegría y gratitud. Porque se reconocen eternas aprendices, vulnerables y en proceso de entenderse. Porque facilitan cadenas de ayuda y tienden puentes de hermanad con los otros, aun si son ajenos. Porque son las primeras en decir 'yo le entro', aunque sea la tarea más complicada o el reto más difícil. Porque valoran el tiempo y a quiénes les aportan, y son capaces de decir un no oportuno y un sí reparador. Porque no aceptan medias tintas ni se enredan en medias verdades. Porque asumen cuando fallan y celebran cuando triunfan. Porque buscan y se cuestionan. Porque rectifican y luego vuelven a empezar. Porque se habitan, porque se aman y porque se atreven”.


¿Qué mejor momento para atrevernos?

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