Sopa de Piedra es una cooperativa en la que todos nos sentimos orgullosos de lo que hacemos, de lo que logramos juntos y de cómo prosperamos, incluso en tiempos difíciles.
Nuestro mensaje es que no estás solo, que de ésta saldremos más fuertes, mejor preparados, sin miedos, sin dudas, conectados de manera sana con nuestro lugar y con aquellos con los que lo cohabitamos; haciendo una transición hacia la cultura del comercio biocultural, que proporcione una retribución justa por nuestro trabajo y para nuestro hábitat.
el equipo
EL EQUIPO
Marcelo Manuel Bellon
Soy emprendedor y artesano. Dentro de la cooperativa, soy el representante legal y me encargo de la vinculación con otras instituciones y el fondeo colectivo. He estado en Sopa de Piedra desde que era un sueño y ahora se ha convertido en proyecto de vida. No para vender mi joyería, sino para construir un modelo centrado en las personas y construido desde la colectividad.
SEDE
San Miguel de Allende
Patricia Pérez Esparza
Soy comunicóloga y doctora en letras, editora, traductora y artesana. Cuando comencé a hacer joyería artesanal, descubrí el placer de jugar con las manos; ése es mi espacio lúdico. En Sopa de Piedra, me encargo del Foro Cultural y de contenidos para redes. Creo en la riqueza del trabajo colaborativo y que las crisis son una oportunidad para crecer. Aunque Sopa de Piedra nació de la desesperanza, ha sido la esperanza su mayor aliento. Y el mío.
SEDE
San Miguel de Allende
Evelyn Flores Mairena
Soy fotógrafa profesional y comunicadora. Creo profundamente en el trabajo colaborativo y en la dignificación del trabajo artesanal. Dentro de Sopa de Piedra, coordino junto con Patty el Foro Cultural y participo en la vinculación con instituciones.
SEDE
Valle de Bravo
Pau Lester
Soy administradora de empresas, coach holística y diseñadora de joyería.
Colaboro en Sopa de Piedra como administradora y asesora.
Me identifico plenamente con la visión de este proyecto: la colaboración y el trabajo en equipo desde nuestro corazón nos ayudará a elevar nuestra conciencia y, como resultado, a mejorar la calidad de vida de nuestras familias y comunidades
SEDE
San Miguel De Allende
Santiago Corona Pérez
Soy estudiante de biología, ilustrador, marciano y amante de la naturaleza. Desde que tengo memoria me han fascinado todas las formas de vida, actuales y extintas. La situación actual del planeta me parece crítica y necesitamos empezar a impulsar modelos económicos que nos alejen del actual, que sólo ha traído un enorme desequilibrio. Veo en Sopa de Piedra una oportunidad para empezar a buscar ese cambio y hacerlo como comunidad.
SEDE
Guadalajara
Cecilia Gómez de la Peña
Estudié diseño gráfico y a eso me he dedicado por más de veinte años. Siempre he estado conectada con la creatividad, el arte y las actividades manuales. Es mi día a día estar creando, inventando, transformando. No puedo imaginar mis días sin ideas creativas, sin pensar: ¿qué puedo hacer nuevo?
SEDE
Querétaro
daniel balÚ valle
Tengo más de 10 años de experiencia como diseñador creativo y he realizado proyectos tanto de forma autogestiva como formando parte de equipos multidisciplinarios. Me especializo en la luz como medio expresivo, organizando imágenes y destellos de tal manera que nos cuenten una historia, un mensaje. Soy partidario de la aldea global y del mundo interconectado.
SEDE
Guadalajara
monse aguilar
Soy mercadóloga y aprendiz incansable de la vida. En Sopa de Piedra soy community manager. Mi entusiasmo por este proyecto colaborativo nace de un deseo profundo por ver crecer el reconocimiento de nuestros artesanos y, con ello, las tradiciones y raíces de nuestro país. Porque jamás hemos dejado de ser grandiosos y es momento de demostrarlo.
SEDE
Pachuca
“La colaboración es la capacidad que tiene una comunidad para prosperar aun en las crisis más profundas”
Vivimos un momento en el que personas de todo el mundo sienten incertidumbre, miedo y ansiedad por saber qué nos depara el futuro de la economía local. Muchos lo han perdido todo y otros esperan que las circunstancias mejoren tan rápido como empeoraron. Nos sentimos solos y dudamos de lo que está en nuestras manos para recuperar la confianza.
Perder tu fuente de ingresos es devastador. Y cuando muchas personas lo pierden al mismo tiempo, lo es también para la comunidad, para el lugar en el que vivimos. Se pierde todo.
Cuando volvemos la mirada hacia aquello que en principio nos hace sentir parte de una comunidad, que pertenecemos a un lugar y no estamos solos, ello se convierte en un símbolo de unidad y nos da confianza en que aún hay cosas que se pueden hacer y objetivos que lograr, juntos.
Cuando descubrimos que todos tenemos algo valioso que aportar, renace el entusiasmo y la creatividad. Nos hacemos conscientes del poder que nos lleva a prosperar aun en las crisis más profundas y que nada nos puede quitar: la colaboración.
Muchos dudan de este poder y piensan que estarán mejor si se las arreglan por su cuenta. Otros dudan de sus capacidades para iniciar un negocio en internet o para hacerlo funcionar. Y muchos dudan cuando se dan cuenta de todo lo que implica emprender.
Pero cuando las personas se reúnen con actitud de servicio, se apoyan unos a otros, comparten lo que saben y una visión en la que “sólo podré estar bien si mi comunidad y el lugar en el que vivimos lo están también”; las dudas se disipan. Lo que parecía imposible de pronto es algo que está sucediendo.